Llegando a la mansión (Lenah) (+18)

Me quedo tumbado sobre ella sin decir nada. Había disfrutado y lo único que deseaba ahora mismo era estar con ella en silencio, disfrutando del momento. Me dejo caer a un lado, junto a ella, y suspiro cerrando los ojos. No se que hora es ni me importa. Me relajo por completo y abro los ojos mirando al techo.

Se acurruca a mi lado y la abrazo con cariño, atrayéndola aun más hacia mí. Enredo los dedos en su pelo desparramado por mi pecho y por la almohada, acariciándole los mechones suavemente, disfrutando de su tacto suave y sedoso. Apoyo la cabeza en la suya y cierro los ojos. Anhelo poder dormirme, pero como no podía me relajo todavía más, disfrutando del momento.

Noto el suave roce en la mejilla y abro los ojos mirándola. Le devuelvo el beso y le sonrío cariñosamente.
La atraigo aun más hacia mí, acomodándola en mi pecho, y vuelvo a acariciarle el pelo suavemente. La amaba con locura y no quería separarme de ella en toda la eternidad.
Sonrío y entierro el rostro en su pelo, cerrando de nuevo los ojos.

- Te amo - Susurro

Sonrío al escuchar como me contesta en italiano. Lo hablaba muy bien y tenía un delicioso acento italiano.

- Me encanta cuando hablas en italiano - Susurro, todavía con el rostro enterrado en su cabello.

Era la verdad, me gustaba y no me molestaba para nada que me hablara en otro idioma.

Suspiro suavemente, disfrutando de sus caricias en el pelo y le doy un suave beso en los labios.
Abro los ojos y le devuelvo la mirada cariñosamente, hundiéndome en el maravilloso verde de sus ojos, sonriendo sin decir nada. No sentía necesidad de decir nada, ya que éste momento lo decía todo.

Río suavemente al notarla turbada y le acaricio suavemente la mejilla con un dedo.

- Te miro tanto porque eres hermosa, inteligente, alocada pero también dulce y cariñosa. Te miro tanto porque te amo con todo mi corazón y no quiero separarme de ti en toda la eternidad y si algún día la eternidad se terminara para nosotros, seguiría queriendo estar contigo. Y te miro tanto porque no puedo creer que alguien tan maravilloso en todos los sentidos como tú esté conmigo.

Sonrío al escuchar sus palabras. Estaba claro que ella me quería tanto como yo la quería a ella, y eso me llenaba de felicidad. Los dos éramos orgullosos e impetuosos y eso nos había costado alguna buena discusión, ya que en personalidad éramos muy parecidos por no decir idénticos, pero también nos entendíamos y el flechazo entre los dos había sido instantáneo.
Le devuelvo el beso, notando todo el amor que sentía por mí. A lo mejor volvíamos a tener otra fuerte discusión pero, pasase lo que pasase y durase lo que durase nuestra relación, jamás me arrepentiría de estar con ella.

Rodea mi cuello con los brazos y me atrae hacia ella. Me encuentro de nuevo tumbado sobre ella y me acomodo sin dejar de besarla, procurando no descargar todo mi peso sobre su cuerpo y aplastarla.
Abandono sus labios con un suavae suspiro y entierro el rostro en el hueco de su cuello, respirando el perfume de su piel.

Me había quedado completamente inmóvil con los ojos cerrados. No estaba dormido pero si alguien hubiera entrado en ese momento en la habitación habría pensado que lo estaba.
Las horas pasan, y las paso disfrutando de las caricias en el pelo de Lenah, completamente relajado.
Noto el roce en mi oído y río suavemente al escuchar las palabras de Lenah. Abro los ojos y suspiro, apartándome ligeramente de ella y mirando por la ventana. Ya era de día y los rayos del sol se colaban a través de la ventana. Las horas se habían pasado rápidamente, ni me había dado cuenta del paso del tiempo y supongo que sería una forma de quedarse dormido.
Miro a Lenah y le sonrío, besándola suavemente en los labios.

- Buenos días, mi amor.

Le sonrío y vuelvo a reír suavemente, suspirando nostálgico al escuchar lo que dice.

- Yo nunca he comido gofres con nata ya que no había en mi época pero lo que si echo de menos desayunar es un buen pedazo de tarta de cerezas, mi favorita, acompañado de fruta y otras cosas con un pequeño vaso de vino.

Vuelvo a sonreír y vuelvo a besarla suavemente.

- Y hablando de desayuno, si no bajamos al comedor a desayunar mi queridísima cocinera se sentirá ofendida ya que ninguna de las personas que trabajan para mí saben que soy vampiro, y ya sabes como son los franceses cuando se enfadan.

Río cuando dice que las frutas del bosque la vuelven loca y que esas frutas son sexys. La miro con una sonrisa.

- No, tú eres muy sexy

Ladeo ligeramente la cabeza cuando me muerde el ligeramente el cuello y luego la beso antes de levantarme y vestirme con unos vaqueros y una camisa blanca por fuera.
La miro al escuchar su pregunta y sonrío al ver lo guapa que estaba con ese vestido blanco.

- Sí, bajemos.

Bajamos al comedor. La mesa estaba puesta y un maravilloso desayuno nos esperaba. Al parecer la cocinera se había esmerado en prepararnos el desayuno y conociéndola era claramente para darnos la bienvenida.
Miro a Lenah cuando me hace una pregunta y me río, negando con la cabeza.

- No, es mucho pero podemos comer un poco de todo, o fingirlo más bien.

Nos sentamos a la mesa y me sirvo.

Sonrío al escuchar su comentario aunque la miro comprensivo. Ya no podíamos hacer nada de lo que hacíamos cuando éramos humanos, como comer o dormir, y la entendía y también tenía razón. Miro el desayuno, la verdad es que siempre me sabía malo no poder comer ya que siempre se esforzaban por prepararme auténticos banquetes cada vez que venía aquí por eso me esforzaba por comer, ya que no podía decirles al servicio que no se molestaran porque yo era vampiro y lo único que podía comer o beber en este caso era sangre.

- Lo sé, bueno, hagamos un esfuerzo.

Vuelvo a sonreír y empiezo a desayunar aunque no me sabía a nada.