Llegando a la mansión (Lenah) (+18)

Conduzco en silencio, mirándola de vez en cuando. Me relajo al sentir la suave brisa nocturna que entraba por la ventanilla bajada, pero aun así seguía preocupado por lo sucedido. No dudaba de que el neófito nos encontraría y ¿entonces qué?. ¿Tendríamos que luchar contra él? ¿o por el contrarío se tranquilizaría y se mostraría razonable?. Mi conversión había sido plenamente consciente y voluntaria, sabía donde me metía y lo que sería y acepté incondicionalmente, por el amor de una mujer que luego me traicionó, pero voluntariamente de todas formas. Al contrario que el neófito. No estaba enfadado con Lenah ni la hacía responsable de lo sucedido. Muchos vampiros lo hacían pero luego sus creaciones no estaban de buen humor con ellos precisamente. Todo lo contrario. Vuelvo a tensarme imperceptiblemente. Bien, si ese neófito intentaba hacerle daño no dudaría en matarlo.
Miro a Lenah y le sonrío.

- Y yo a ti.

Me inclino hacia ella y rozo sus labios suavemente.

Cierro momentáneamente los ojos al sentir como se abandonaba a mi beso y sonrío cuando se separa levemente de mí. Me pongo nervioso cuando al escuchar su suave ronroneo y al sentir su mano sobre mi pierna. No dudo en parar el coche en la cuneta y le rodeo la cintura con un brazo, atrayéndola hacia mí cuando se sienta en mi regazo. Le devuelvo el beso apasionadamente, abandonándome. Noto como la excitación y el deseo recorren mi cuerpo en olas de fuego. La atraigo aun más hacia mí, acomodándola sobre mi regazo.

Disfruto plenamente de sus caricias y sus besos, sin poder pensar en nada más que en eso. Me hace una pregunta y sonrío sin dejar de besarla. Sinceramente me daba igual aquí que atrás. Estaba tan excitado que la necesitaba de inmediato, sin importarme el sitio en lo más mínimo. En el asiento trasero estaríamos más cómodos, pero en el delantero daba morbo y a estas horas no nos vería nadie.

- Aquí está bien.

Vuelvo a besarla, pegándola a mí por completo. Le acaricio la espalda y le bajo los tirantes del vestido.

El asiento no era tan amplio como el de atrás, pero si surgía alguna dificultad no me costaba llevarla conmigo al asiento trasero para estar más cómodos y tener más espacio.
Jadeo cuando empieza a desabrocharme la camisa lentamente, botón por botón, notando como me acariciaba la piel conforme la camisa se abría. Le ayudo a quitármela y vuelvo a jadear cuando se mueve sobre mí, besándome y mordiéndome en el hombro y el pecho, dejándola hacer.

Vuelvo a jadear al notar sus labios sobre mi cuello, besándolo y mordiéndolo, tirando de mi piel pero sin hacerme sangre. El contacto de sus colmillos sobre mi cuello me hace desear que lo haga. Que me muerda y beba mi sangre. Le devuelvo el beso con su misma intensidad, pegándome a ella cuando tira de mi cuello para acercarme. Beso sus labios como si fuera la última vez, mordiéndolos con suavidad. Acaricio su piel por debajo del vestido suavemente.

Jadeo con el contacto de sus colmillos en mi piel y ahogo un suave gemido cuando el deseo se hace más intenso. Le devuelvo sus besos, disfrutando de ellos a pesar de su fiereza. Sonrío al escuchar sus suspiros de placer y aumento mis caricias. La ayudo a subirse más sobre mi cuerpo descendiendo mis manos por su espalda hasta su trasero y quedándose allí, apretando suavemente. Empiezo a gemir suavemente cuando se mueve sobre mí como si ya la hubiera penetrado. Me estremezco de placer y sin poder contenerme ni un momento más, me desabrocho el pantalón y la penetro directamente.

Me pega a su cuerpo ciñéndome el cuello con los brazos. Le rodeo la cintura, quedándome completamente pegado a ella. Empujo con fuerza pero sin hacerle daño, liberando el deseo que ardía en mi interior. Me olvido de todo. Ahora lo único importante era este momento y Lenah. La beso con su misma intensidad, dejando que me mordiera los labios y suspirando y gimiendo con cada movimiento de ella sobre mí.

Le beso el cuello con intensidad, mordiéndoselo suavemente, sin hacerle sangre, notando sus dedos enredados en mi pelo. Sigo empujando con fuerza, de manera placentera para los dos. Me echo para atrás jadeando al notar como se mueve sobre mí cada vez más rápido. Vuelvo a sus labios, besándolos y mordiéndolos con avidez. Ladeo el cuello y suspiro al notar como sus colmillos se clavaban en mi piel. Enredo los dedos en su pelo, pegándola a mí, mientras mis ojos se volvían rojos de deseo.

Bebe de mí hasta saciarse del todo, sin dejar de moverse sobre mí. Jadeo cuando se separa de mi cuello con los labios manchados de sangre. El cuello me duele pero no le doy ninguna importancia en este momento, ya tendría tiempo de curármelo más tarde. Me besa con fuerza y le devuelvo el beso, notando el sabor de mi propia sangre en sus labios. La abrazo por la cintura y me incorporo, dejando sus labios y besándole el cuello, mordiéndola con suavidad.

Bebo de su cuello hasta saciarme. Su sangre estaba tan deliciosa como siempre, dulce y ardiente de pura pasión y deseo, una pasión y un deseo que aumentaban por momentos, al igual que la temperatura del coche.
Al terminar, me separo de su cuello y la beso, con los labios manchados de sangre. Me pego a ella, disfrutando del calor de su piel. Sigo empujando y moviéndome sin parar hasta que un buen rato después termino dentro de ella, y me quedo jadeando y temblando de placer.

- Y yo a ti - Susurro suavemente

Le rodeo la cintura con los brazos cuando se pega a mí y un ligero escalofrío de dolor me recorre cuando me besa la herida del cuello. Ya no me acordaba de ella. Acaricio la herida que Lenah tenía igualmente en el cuello y la beso con suavidad, antes de curarla con mi don. Al terminar hago lo mismo con mi cuello.
Suspiro suavemente sin moverme, con Lenah recostada contra mí, sin ganas de moverme, al menos por el momento.

La aprieto contra mí cuando se acomoda y le devuelvo el beso con suavidad, cerrando los ojos y relajándome. Disfruto de la música y de sus suaves caricias en el pelo. No había prisa por volver. Era tarde y a estas horas no pasaba nadie por la carretera por lo que no había ningún peligro de que nadie nos viera, humano al menos, pero eso ahora era el menor de mis preocupaciones ya que en este momento no tenía ninguna.
Suspiro y enredo los dedos en su cabello, rodeándole la cintura con un brazo.