Llegando a la mansión (Lenah) (+18)

Llegamos al coche y le abro la puerta para que entrara. Luego me siento delante del volante y arranco. Mi chofer podía llevarnos a la fiesta, para eso le pagaba, pero esta noche me apetecía conducir.
Enfilo por el camino de delante y enseguida nos alejamos de la mansión. Conduzco hasta llegar a la verja y salir definitivamente de mi propiedad. Miro a Lenah de vez en cuando, sin dejar de maravillarme de lo hermosa que estaba con ese vestido. Suspiro suavemente y me relajo en el asiento del conductor. Lo bueno y malo de estos sitios era que las casas estaban alejadas las unas de las otras, así que teníamos un rato por delante antes de llegar. Sigo conduciendo, en silencio.

La miro cuando suspira, acomodándose sobre mi hombro. Parecía cansada, algo que no era normal en un vampiro, ya que éramos inmunes a todo, incluso a la luz del sol, algo que no había sabido en siglos y que descubrí por casualidad, cuando el amanecer me pilló desprevenido y en la calle. Afortunadamente no me pasó nada, excepto que brillé como si mi piel estuviera echa de diminutos diamantes, porque si me hubiera pasado lo que creía entonces como el resto de vampiros por esa época, no estaría tranquilamente sentado en el coche con Lenah, habría quedado reducido a cenizas.
Sacudo la cabeza suavemente, alejando de mí esos pensamientos.

- ¿Te encuentras bien? - Le pregunto con suavidad, preocupado.

Sonrío levemente al ver como asiente como respuesta a mi pregunta y vuelvo a centrar mi atención en la carretera pero sigo preocupado. Un rato después Lenah estira el brazo y enciende la radio para luego volver a acomodarse sobre su hombro. La escucho cantar suavemente un trozo de la canción que está sonando en ese momento en la radio. Vuelvo a sonreír y le estrecho la mano con suavidad. Cuando llegamos al sitio de la fiesta paro el coche y la miro de nuevo.

- Ya hemos llegado. ¿Seguro que estás bien? No tenemos por qué entrar si no quieres, podemos ir a otro sitio, a donde tu quieras.

Sonrío con alivio cuando me asegura de que se encontraba bien.

- Me alegro

Vuelvo a sonreír y le devuelvo el beso suavemente. Al salir del coche noto como un montón de miradas masculinas se posan en Lenah, repasándola de arriba a abajo, algo completamente normal ya que Lenah estaba realmente espectacular con el vestido rojo. Me acerco a ella y le sonrío al escuchar su pregunta.

- Por supuesto

Le ofrezco el brazo y entramos.

Nada más entrar, localizo a la gente que conocía personalmente. Lo malo de estas fiestas, ahora y hace siglos, es que se conocía a todas las personas que asistían a ellas ya que se invitaba siempre a la misma gente por estar en tu mismo círculo social. Noto como me saludan y les devuelvo el saludo con un leve gesto de cabeza.
Escucho la pregunta de Lenah y la miro con una sonrisa.

- Sí, lo son. Nosotros somos los únicos vampiros que hay aquí, algo que cambia cuando soy yo el anfitrión.

- Desde luego, la organizaremos.

Sonrío y bajamos al salón. Enseguida nos mezclamos con los humanos que estaban allí. Me llegan sus conversaciones aunque no les presto atención. Siempre era lo mismo, negocios y política por parte de los hombres y moda, complementos, cotilleos por parte de las señoras que estaban allí. Suspiro, sí, siempre lo mismo, había cosas que jamás cambiaban aunque pasaran siglos.
Miro a Lenah y le sonrío. Antes había visto su pequeña mueca al saber que todos eran humanos menos nosotros y me inclino hacia ella discretamente.

- No te preocupes, sirven vino en el catering y aunque no es lo mismo que la sangre ayuda a aguantar una velada como esta.

Suspiro al escuchar su comentario.

- No, en realidad no - Le doy la razón mirando a mi alrededor. Si era sincero, había olvidado lo aburridas que eran estas fiestas pero una de mis obligaciones como príncipe era asistir a ellas de vez en cuando y dejarme ver, aunque claro siempre había dado prioridad a las fiestas de la nobleza y no a éstas pero aun así eran mis vecinos y también debía asistir de vez en cuando por cortesía.
La miro cuando se recuesta sobre mí y la beso con suavidad.

- Podemos esperar al baile o dar una vuelta por aquí un momento por cortesía y luego nos vamos, lo que prefieras.

Le devuelvo el beso y le sonrío, asintiendo.

- Te sacaré a bailar entonces.

Vuelvo a besarla, estrechándola levemente contra mí y luego me aparto con suavidad. Estamos un rato paseando por el recinto. De vez en cuando me paro a hablar un momento con conocidos, a quienes presento a Lenah. Al pasar junto a un camarero con una bandeja con copas de vino, cojo dos y le ofrezco una a Lenah. Y cuando más tarde empieza el baile la saco a bailar.

Le devuelvo la sonrisa, bailando con ella y notando que se relajaba un poco. Bailamos al compás de la música, sin parar. Noto las miradas de varias personas fijas en nosotros con admiración por ambas partes, pero las ignoro, prestando toda mi atención a mi bella acompañante.
Lenah se acerca más a mí, susurrándome algo al oído. Oculto una sonrisa y veo que tenía los ojos oscurecidos por la sed. Le sonrío con amor. Sería difícil pero no imposible.

- Por supuesto - Le respondo en su mismo tono de voz - Pero ten cuidado, ya sabes como son los humanos, ven algo fuera de lo normal y se alarman.

Le doy un beso en la mejilla y miro al humano que no dejaba de mirar a Lenah de reojo. Al terminar el baile, me inclino gentilmente ante ella dejándola libre a propósito para que ese humano se acercara a ella y Lenah pudiera alimentarse.

Veo como el humano la saca a bailar y les miro mientras dan vueltas por la pista. Al terminar la música Lenah se lo lleva, seguramente a algún sitio discreto, alejado de la mirada de los curiosos donde pudiera alimentarse con tranquilidad sin que nadie la interrumpiera. En ese momento, se me acercan varios conocidos y converso con ellos con amabilidad, mientras esperaba a que Lenah volviera, echando un vistazo de vez en cuando a la estancia.
Un rato después noto que alguien me rodea por detrás y apoyaba la cabeza en mi hombro. Sonrío al reconocer a Lenah. Me disculpo con los hombres con los que estaba hablando y me alejo con ella. La atraigo hacia mí y la beso suavemente.

- ¿Que tal con el humano? - Le pregunto con cariño - ¿Te ha dado algún problema?

Le rodeo la cintura con un brazo cuando se recuesta contra mí y la miro con sorpresa y curiosidad al escuchar su comentario.

- ¿Qué quieres decir?

Lo comprendo de inmediato al ver aparecer al humano con el que se había ido Lenah para alimentarse. La diferencia era que ya no era humano. Me quedo paralizado al ver sus ojos rojos y como empezaba a sembrar el pánico entre los humanos de la fiesta. Lenah me mantiene quieto, pero aunque no lo hubiera hecho tampoco habría podido moverme ni reaccionar ante lo que estaba viendo. De inmediato, me vienen a la mente los Vulturis. Nunca los había conocido en persona, ni siquiera las veces en las que había ido a Italia, pero sabía quienes eran y no les haría ninguna gracia lo sucedido en cuanto se enteraran de esto, si se enteraban y deseo con todas mis fuerzas que no lo hicieran.
El neófito se da cuenta de nuestra presencia y se nos queda mirando. Lenah se separa de mí y yo le devuelvo la mirada al neófito, siendo consciente de la situación. Me acerco a él un poco, sin mostrar ninguna emoción y luego miro a Lenah sin saber que decir.

Le devuelvo el beso y suspiro cuando me pregunta que qué ocurría. Voy a responderle pero en ese mismo momento escucho el sonido de un cristal al romperse y me giro, viendo como el neófito escapaba a través de una ventana que acababa de romper. Vuelvo a suspirar.

- Pues... se que muchos vampiros transforman a humanos pero un neófito es una responsabilidad muy grande y son demasiado difíciles de controlar, sobre todo al principio y... - Miro de nuevo hacia la ventana y luego a mi alrededor - Y causan tantos estragos que incluso los humanos se dan cuenta de que pasa algo raro y como los Vulturis se enteren de esto...

Suspiro otra vez y la miro con cariño.

- Voy a tener que ir a buscarle, ¿verdad? - Le pregunto

Asiento conforme al escuchar sus palabras. Sí, sería lo mejor volver a casa, aquí ya no teníamos nada que hacer.

- Bien

Sonrío suavemente y la atraigo hacia mí, acariciando sus labios con los míos muy suavemente, besándola. Me había dado cuenta de su tono distante y eso me entristece en cierta forma.
Me separo de ella y la sigo cuando tira de mí, marchándonos. Salimos de la mansión y le abro la puerta del copiloto del coche para que entrara. Luego me siento frente al volante y pongo el coche en marcha, marchándonos de allí.